lunes, 24 de febrero de 2014

Ejercicios Espirituales 1.¿Cómo es la tierra de mi corazón?





Domingo 16. Meditación introductoria.


Reflexión del director.


Comenzamos meditando el salmo 94 y pidiéndole al Señor nos ayude a vivir los ejercicios entrando en su presencia. Así hemos dejado todos los asuntos para vivir más intensamente algo que vivimos todos los momentos de nuestra vida: la presencia de Dios.


Muchas veces no vivimos en la conciencia de estar en la presencia de Dios y sin embargo no hay nada oculto a ella. Así estos días son para entrar en su presencia y vivirlos bajo su mirada, la cual suscita en nuestro corazón una alabanza a Dios.


Porque cuando uno mira la historia de su vida reconoce que únicamente tiene motivos para alabar a Dios. Como bien afirmamos durante la misa, “siempre y en todo lugar”. Así en estos días es bueno recordar todo lo que hemmos recibido de Él con una actitud agradecida.


Al mirar la historia de nuestra vida descubrimos que Dios nos ha amado no por lo que somos, sino a pesar de lo que somos, siendo por tanto un amor fiel, reconocido durante la oración. Por tanto la confesión de los pecados tiene que ir precedida por la alabanza y la confesión de la fidelidad de Dios.


El salmo 94 canta “ojalá escuchéis hoy su voz”. Ésta es nuestra tarea, abrirnos a la su Palabra, preguntándonos: ¿cómo está hoy la tierra de mi corazón?  El Señor quiere sembrar su Palabra, ser la fuente que apaga la sed pero nunca se agota. Cabe que nos preguntemos, iluminados por Mateo 13, 1-50 (parábola del sembrador) cómo es nuestra tierra.


¿Es camino donde las aves se comen la Palabra? Ésta queda fuera de mí, porque hay otras cosas que centran mi atención, no tomándome la vida en serio e impidiendo que nada entre en mi corazón.


¿Tiene poca tierra? Llevo una vida discretamente bien, con un poquito de todo: un poquito de oración, atención a los enfermos, pastoral,… un poquito y por tanto una vida sin profundidad, haciendo que cuando la llamada es exigente me desinfle y sea una persona inconstante.


¿Está entre zarzas? Y por tanto vivo la llamada por el papa Francisco “mundanidad espiritual”, tratando ser como todos y hacer lo que hacen todos.


Así después de descubrir la presencia de Dios y analizar nuestra vida, pidiéndole al Señor la gracia para contemplarla a la luz de su mirada, le pedimos ordene nuestra vida. Porque en ella hay pequeños desajustes y cuando el hombre está desordenado en su vida, amando más lo que debiera amar y menos lo que no debiera entonces se rompe por dentro. Se trata de un último ejercicio en el que abiertos al amor de Dios tratamos de rehacer el recto orden del amor, reordenando nuestra vida desde en lo más importante.


Ejercicio.


Experiencia:


En primer lugar respira pausadamente, acerca a tu mirada una imagen o una estampa de Jesucristo. Penetra en sus ojos. Dios a través de Jesús te está mirando en lo profundo de tu corazón. Cierra los ojos y siéntela.


Contempla la imagen: ¿qué te sugiere? ¿pon nombre a esa abundante semilla? tu persona, tu familia, los momentos felices, los encuentros fecundos,…
images3ANFNBKE.jpg



 


 


 


 


 


 


Reflexión:


Toma la biblia en tus manos y lee la parábola del sembrador.


Piensa en estas palabras y responde:


¿Es camino donde las aves se comen la Palabra? Ésta queda fuera de mí, porque hay otras cosas que centran mi atención, no tomándome la vida en serio e impidiendo que nada entre en mi corazón.


¿Tiene poca tierra? Llevo una vida discretamente bien, con un poquito de todo: un poquito de oración, atención a los enfermos, pastoral,… un poquito y por tanto una vida sin profundidad, haciendo que cuando la llamada es exigente me desinfle y sea una persona inconstante.


¿Está entre zarzas? Y por tanto vivo la llamada por el papa Francisco “mundanidad espiritual”, tratando ser como todos y hacer lo que hacen todos.


¿Es tierra buena? También cada uno de nosotros tiene ese poquito de tierra fértil donde la Palabra de Dios va germinando. De lo contrario no serías sacerdote o educador. Piensa las veces en las que durante la última semana te has entregado a los demás y has escuchado a Dios.


Como consiliario: mi relación con el Centro Junior ¿cómo es?, ¿lo que me dicen o piden los educadores en qué tierra cae?: “no me interesa, total, ellos a mí no me escuchan”; “tienen buenas ideas, pero al final el que las tiene que llevar a cabo soy yo y me canso”; “si, sí debería estar mucho más tiempo con ellos, porque veo que lo agradecen, pero son tantas las reuniones y las tareas que no puedo dedicarles todo el tiempo que ellos necesitan”; “a pesar de todos los peros, les doy formación, preparamos con ellos las celebraciones, les apoyo en sus iniciativas y ellos son parte importante en la pastoral de la parroquia”.


Como educador: ¿escucho al consiliario o más bien paso de lo que dice? ¿me preocupo por rezar todos los días y formarme en todas las dimensiones? ¿Cómo es mi compromiso con el equipo de educadores y de niños? Sitúo cada respuesta en un tipo de tierra.


Compromiso:


Anoto una pequeña acción de cara a mejorar mi relación con Dios (oración, asistencia a misa, sacramento de la reconciliación,…), con el equipo de educadores (participación en las reuniones,…) y el grupo (asistencia, preparación de las actividades, conocimiento de los niños,…).


Celebración:


Tomo la Biblia y rezo pausadamente el salmo 94, repitiendo interiormente el verso más significativo para mí.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario